22/9/11

Tiene el corazón anclado en San Francisco.

“Yo nací en Caballito, pero a los cuarenta días me piantaron para Córdoba, así que por adopción soy sanfrancisqueño”, así dice Abelardo González. Porteño de nacimiento y cordobés por adopción, debutó en la orquesta de Pugliese el 10 de octubre de 1964.

Fue el último cantor del Maestro y en sus 31 años de actuación en la orquesta, compartió la responsabilidad vocal “estable” con Jorge Maciel, Alfredo Belusi y Adrían Guida. A él le cabe además, la particularidad de haber actuado como único cantor de don Osvaldo, desde 1968 hasta 1980.

Dueño de una voz de barítono y una “particular expresión dramática” – según el decir de algunos de sus biógrafos– Abel se adentró en la melodía de los temas que le tocó interpretar, acompañando “la profundidad de sus bajos” con “largos sostenidos finales.”

No obstante haber sido por muchos años el único cantor de la orquesta de Pugliese y haber acompañado al “Maestro” en sus giras de mayor relevancia, Abel Córdoba no concretó muchas grabaciones con la orquesta.

De él existen 51 grabaciones tomadas desde estudios, tres de ellas a dúo con Jorge Maciel y dos con Adrián Guida más otro disco registrado en Odeón, junto a Guida, del tango “La cumparsita”, el cual al parecer permanece aún inédito. Se puede también “encontrar registros de su voz con la orquesta”, tomados de actuaciones especiales, uno de ellos a dúo con Estela Raval. Pugliese, Abel Córdoba y Guida (La Maga) A pesar de sus buenas condiciones vocales y humanas, Abel Córdoba nunca despertó en los seguidores de don Osvaldo la misma pasión que la mayoría de quienes lo precedieron en el tiempo. De sus discos, destacamos: "Enamorado estoy" de Oscar Zito y letra de José Márquez, "Canción de rango" de Raúl Kaplún y José María Suñé, "Manón" de Arturo De Bassi y Antonio Podestá y muchos años después, "Milonga para Gardel" de Viván y Sanguinetti, en esta oportunidad a dúo con Adrián Guida, y "Por unos ojos negros" de José Dames y Horacio Sanguinetti.

Abel Córdoba, le cantó al mundo entero con el corazón anclado en San Francisco.

Hace más de cuarenta años que Abel Córdoba representa a San Francisco en los más jerarquizados escenarios del país y del mundo. Su apellido se identifica en forma inequívoca con la provincia que lo vio nacer artísticamente, y en la que aún viven muchos de sus afectos más sentidos.

El espaldarazo a su carrera profesional ocurrió en 1964 cuando, tras ganar un concurso a nivel nacional, se incorporó a la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese, en la que cantó durante 31 años. Conoció así el halago grande del éxito, actuó en escenarios de tres continentes y fue distinguido en varias ocasiones por su trayectoria artística; hasta se dio el lujo de cantar en el teatro Colón de Buenos Aires.

Por esas vueltas de la vida, Abelardo Niceto González, alias El Pibe, nació en el barrio de Caballito, Buenos Aires, el 19 de julio de 1937, pero cuarenta días después ya respiraba el aire de San Francisco, donde sus padres, Abelardo Carlos Valerio González y María Teresa Fenoglio, se habían radicado con un negocio de almacén y bar, en la esquina de Independencia y España (hoy sede de la UCR). Allí nacerán sus hermanas Delia y Beatriz; años después, los González se fueron a vivir a una casa ubicada en bulevar Buenos Aires 757, lugar de nacimiento de Fernando, el menor de la familia.

El Pibe vivirá una infancia feliz: cursará la primaria en las escuelas Iturraspe y Terminal Hipólito Yrigoyen, irá religiosamente a misa todos los domingo a la parroquia Cristo Rey; jugará al fútbol en  Cañoneros Unidos y Tigre y se reunirá invariablemente  con la barra en la esquina de Castelli y San Luis, donde las horas discurrían ociosas en medio de juegos, cuentos, bromas y comentarios de fútbol. Vendrá después el Nacional San Martín (Comercial), en el que conocerá a nuevos amigos, con quienes compartirá no sólo el aula sino también largas horas de billar en el bar de Pedrotti, ubicado en el mismo inmueble donde había vivido su infancia temprana; en ese refugio bohemio comenzará a desplegar sus dotes de cantor en ciernes.

Contemporáneamente, de la mano del inolvidable “Tero”  Demarchi, aprendió el oficio de letrista y pintó carteles durante un tiempo. En 1954 conoció a Néstor Chávez, un amigo extra barrial, con quien compartía la pasión por el tango. Ambos disfrutaban cantando para sus amigos los mismos temas que  la orquesta de Alfredo De Ángelis interpretaba en el Glostora Tango Club, con las voces de Carlos Dante y Oscar Larroca.

El miércoles 11 de enero de 1956, los dos amigos tocarán el cielo con las manos; durante un baile en Bomberos, en el que actuaba  el maestro De Ángelis, éste tras escucharlos brevemente en la sala de máquinas del cuartel, los hizo subir al escenario para que cantaran con su orquesta dos valses: Mi ambición y Adiós, adiós, actuación que repetirán pocos días después en Arroyito (Córdoba).

En julio de ese mismo año, el Pibe hará su primera incursión como solista en un programa de LV2. de Córdoba. Aconsejado por Larroca, comenzó a estudiar canto con la profesora Prosperina Galetto (calle San Luis al 600), y poco después se incorporó al Cuarteto Cena de la localidad de Devoto. Pasó a cantar luego, junto a Chávez, con el nombre de Rubén González, en la orquesta típica Renacimiento, que dirigía el bandoneonista ciego Juan Carlos Mattiachi.

En 1957, por mediación de Oscar Larroca, el Pibe se incorporó a la orquesta Juventud Triunfadora, de la ciudad de Córdoba, dirigida por el pianista Armando Duc, que interpretaba música típica al estilo de la orquesta de Alfredo De Angelis. Su debut, con el nombre de Abel Galé, tuvo lugar el 16 de febrero de 1957 en el escenario del Club Jawase, en la misma capital provincial. Al año siguiente, su carrera artística sufrió un breve impasse, con motivo de su incorporación al servicio militar, obligación que cumplió en la Escuela de Artillería de Córdoba.

Desvinculado de Juventud Triunfadora, pasó a formar parte de la orquesta de Eduardo Baravalle, haciéndolo luego, en forma sucesiva, en Los Tres Señores del Tango, Quinteto de Oro y en su propia orquesta, dirigida musicalmente por el bandoneonista Norberto Pivatto.

En 1963, decidido a probar suerte, viajó a Buenos Aires y se fue a vivir a la casa de los hermanos Héctor y Hugo Navarro, dos amigos de San Francisco. Mientras se ganaba el sustento trabajando en la obra en construcción que el primero dirigía en la esquina de Corrientes y Aguirre, en la Capital Federal, Abel participaba de concursos y festivales, buscando afanosamente la oportunidad que le abriera  el camino del éxito. Sus esfuerzos fueron vanos y la suerte esquiva. En 1964 regresó a San Francisco para fortalecer su ánimo y el bolsillo, y poder así buscar una segunda oportunidad en Buenos Aires.

En la ciudad de sus amores cantó en bares y confiterías (Molino de Oro, Don Marcelo, la Oriental, etc.), haciéndolo también en Rosario, Las Rosas, San Jorge y otras localidades de la región. El destino le tenía preparado una sorpresa mayúscula, impensable en ese momento. Actuando en un show en el bar Oriental, su amigo Martinengo le presentó  al apoderado de la orquesta de Osvaldo Pugliese, el Negro Mela, quien luego de escucharlo cantar lo invitó a participar del concurso que se había organizado para suplir a Alfredo Belusi.

Pocos días después, Abel viajó a Córdoba  para hacer una prueba frente a los integrantes de la orquesta, que actuaba en Rieles Argentinos. La aprobación fue unánime, aunque todavía debía pasar el examen final en Buenos Aires, compitiendo con dos porteños y un rosarino. En esa  ocasión cantó dos tangos: Whisky y Por la vuelta. Se transformó así en Abel Córdoba, nombre que le impuso el animador Julio Jorge Nelson al enterarse de su procedencia cordobesa. Su debut con el maestro Pugliese (vocalizando junto a Jorge Maciel) se produjo el 10 de octubre de 1964 en Ezeiza y Saladillo, oportunidad en que interpretó los tangos Enamorado estoy y Whisky.

Prontamente Abel impuso su recia personalidad tanguera y comenzó a mezclarse con los grandes del espectáculo. En 1965, la orquesta compartió cartel en el Maipo con Tita Merello, Don Pelele y Dringue Farías, entre otros. Después vino la gira por Japón, que duró seis meses, con alrededor de cien recitales en sus principales ciudades. El prestigio de la orquesta estaba en alza (no obstante la separación de varios de sus músicos), lo que dio lugar a nuevas giras internacionales: dos más a Japón, dos a Francia, seis  a Holanda, Bélgica, Finlandia, España y Portugal, tres a New York y varias más a Los Ángeles, Chicago, Detroit y San Francisco y casi todos los países latinoamericanos; años más tarde, realizará una extensa gira por China.

La muerte de Pugliese en 1995, impulsó a Abel a proseguir su carrera como solista, presentándose en Chicago (USA), Perú, Colombia, Ecuador, Chile, Uruguay, etc. Después, integrando la orquesta Color Tango cumplió una nueva gira europea, actuando en escenarios de Holanda, Bélgica e Italia. En los últimos años ha actuado en prestigiosos reductos tangueros de la Capital Federal, así como en Rosario y otras ciudades del interior del país.

Todos los años  Abel  vuelve a San Francisco para participar de un encuentro artístico que ya es clásico entre los sanfrancisqueños, compartiendo escenario con sus coterráneos Carlos “Negro” Bergesio y Néstor “Cacho” Doliani, dos cantores que también han dejado su impronta en el campo de la música popular.

Durante esos días aprovecha para estar con sus hermanos y demás familiares, y revalorizar viejos afectos. Repitiendo una costumbre muy arraigada en él, camina por las calles del barrio que acunó su niñez y  visita los lugares que su sensibilidad ha entronizado en lo más profundo de su alma. En ese despreocupado flaneo busca con afán el reencuentro de viejos rostros queridos y evoca, con dulce melancolía, el recuerdo de los que ya no están.

Abel Córdoba nunca se dejó encandilar por los fulgores del éxito. Detrás de su pinta de galán maduro palpita un ser inmensamente humilde y sensible, muy apegado a su terruño y a los amigos de siempre. Ya es historia que un día  el destino lo vino a buscar a su casa y se lo llevó a Buenos Aires, donde con talento y esfuerzo construyó su fama de cantor.

Hace ya muchos años que el Pibe se alejó de su ciudad; aunque, en realidad, él nunca se fue de ella. Tiene el corazón anclado en San Francisco.

José Alberto Navarro
historia@josealbertonavarro.com

San Francisco, mayo de 2010.


NOTA: Quienes deseen comunicarse con Abel Córdoba, pueden

hacerlo llamando al teléfono 011-4545 9032.

3 comentarios:

Oscar palacios dijo...

Corrientes y Aguirre son paralelas

Anónimo dijo...

QUISIERA ENVIARLE UNA FOTO DE ABEL CON UN FAMILIAR SUYO QUE TENGO. SE QUE LA VA A APRECIAR MUCHO.ENVIEME UN CORREO PARA ENVIARLA. GRACIAS

carlos dijo...

estimados amigos:ayer me comunique con ustedes para ver si se podria descargar lo que publican de los temas de abel cordoba con don osvaldo pugliese.ustedes dicen que me contestaran al correo crostita@gmail.com.el problema mio es que ese correo no anda mas,el correo que yo uso para todo es:orlando_segura@hotmail.com yes ahi donde deberan contestarme.con afecto carlos segura