11/12/17

Entrevista a Oscar del Priore

Por Jonathan Rippel.
Publicado en septiembre de 2007.

Tarde fría pero soleada. Camarín del Teatro Alvear. El sonido de un violín que viene de otro camarín se cuela por la puerta. Próximo a publicar una biografía de Pugliese, miembro de la Academia Nacional del Tango, la Academia del Lunfardo y la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, Oscar Del Priore le cuenta a MBA On Line detalles de  la creación  de la orquesta, su evolución y su punto de vista sobre la historia del tango.


¿Cómo se gestó la Orquesta del Tango de Buenos Aires?
La orquesta comenzó a actuar el 2 de febrero de 1980 pero el proyecto nació a fines del año anterior. Ricardo Freixá, que era el Secretario de Cultura de la entonces municipalidad, me llamó a propósito de la idea de formar una orquesta de tango. En 1980 se cumplían 400 años de la segunda fundación –la definitiva– de Buenos Aires y, además, 100 de su federalización. Por tal motivo, la municipalidad iba realizar durante todo el año una serie de festejos que incluían recitales y publicaciones. Y estaba la idea de formar una orquesta, dependiente de la Secretaria de Cultura, para que tocara tangos y para que tuviera un director fijo y también, directores y cantantes invitados, quienes se contratarían para distintas funciones.  

Al finalizar el año 80, la orquesta iba a desaparecer. Las funciones se iban a realizar en forma gratuita en distintos ámbitos de la ciudad. A mí me pareció una idea excelente y por ende intercambiamos impresiones. Freixá me preguntó los nombres de los músicos que podrían integrar la orquesta y quién podría dirigirla. No eran decisiones sencillas porque, si bien en esa época vivía mucha gente que ahora es sólo un recuerdo pero que podía dirigir la orquesta, la persona debía ser permeable a los distintos estilos de cantantes. No era conveniente tampoco, por razones de trabajo, poner como director de la orquesta a un músico que ya tuviera una orquesta propia y que actuara en ella, por ejemplo Horacio Salgán. Porque él en esa época estaba trabajando con su propia orquesta y con su propia música, iba a tener dificultades y además, era una persona de un estilo muy personal. 

Se me ocurrió entonces que la persona indicada era Carlos García, que no tenía una orquesta fija sino que trabajaba realizando arreglos y grabaciones para las discográficas. Me parecía un excelente músico y uno de los más grandes que teníamos en ese tiempo. Y además, por su experiencia de grabar con tanta gente, era una persona indicada para realizar acompañamientos y arreglos. Entonces sugerí su nombre. En cuanto a los músicos que podían integrar la orquesta, yo me abstuve porque –le dije a Freixá– si iba a ver un director, debía ser él quien decidiera. La cantidad de músicos que la iban a integrar dependía del presupuesto. Yo había trabajado mucho con Carlitos García, tanto en Radio Municipal como en el Viejo Almacén. Fui a su casa, le expliqué cómo venía el tema y me contestó: "Me encanta la idea pero no puedo, porque a fin de febrero me voy a Japón". Se iba de gira por más de dos meses. 

Entonces lo fui a ver a Freixá y le conté la respuesta de García.  Aquél me preguntó qué íbamos a hacer. Le conté mi idea: García realizaría los arreglos, ensayaría y debutaría con la orquesta en febrero. Realizaría varias actuaciones.  Y luego, cuando tuviera que irse de gira, con todo en marcha, iba a poder delegar por un lapso la dirección a uno de los músicos de la orquesta. A Freixá le pareció bien. Carlitos me dijo que lo iba a pensar. Me llamó tiempo después y me señaló: "Como idea está bien pero no me gusta eso de tener que empezar e irme y, además, por ahí podemos tener problemas durante el año. Yo pediría que fuéramos dos los directores nombrados fijos". Y agregó que Raúl Garello sería el indicado para dirigir con él porque, además de las condiciones de aquél, se llevaban bien. Lo consulté a Freixá y estuvo de acuerdo. Entonces comenzaron los ensayos con ellos como directores de la orquesta, que luego debutó en el Teatro San Martín.  De ahí en más, durante todo el año, se realizaron infinidad de actuaciones, con cantantes y directores invitados. Recuerdo que cuando Carlitos se fue a Japón, Osvaldo Berlinghieri, que era el pianista en aquella época, pasó también a dirigirla en algunas ocasiones. Después volvió Carlitos y siguieron hasta fin de año. Como la orquesta, al igual que es hoy en día, era gratuita -o sea que cobraba un caché por la Municipalidad-, llovían los pedidos. Y cuando llegamos a fin de año, había un montón de pedidos en carpeta que ya no podíamos hacer. Dado el éxito se nos renovó el contrato por un año más. 

Al terminar el ‘81, se volvió a renovar el contrato y durante el año siguiente, como se veía que la orquesta interesaba mucho, se decidió a pasarla a planta permanente, a institucionalizarla. Y bueno, de ahí en más la orquesta no paró. Cambiaron muchos integrantes, se amplió un poquito –hay aproximadamente unos diez músicos más que en la formación original– y hemos seguido con éxito no sólo en el país sino también, en el exterior puesto que hemos realizado varias giras.

La orquesta, ¿sigue con los mismos objetivos con que se creó?
Claro. La orquesta siempre tiene artistas invitados y sus directores propios. Claro que en su origen, teníamos cantores fijos y también invitados. Después de la muerte de Hernán Salinas, los cantantes fueron variando permanentemente. Sigue habiendo un repertorio amplio, obras tradicionales y otras nuevas, cantantes consagrados y también, nuevos. Siguen dirigiendo a veces directores invitados muy conocidos y otras, muchachos de la nueva jornada del tango, que tienen su oportunidad de dirigir una orquesta grande, lo que no es fácil en estos momentos.

¿Cómo recuerda el día que estuvieron en el Teatro Colón?
Allí estuvimos por lo menos tres veces. Recuerdo la primera vez de ellas: se abrió el telón y me quedé mudo porque sólo conocía el Colón del otro lado. Observé todas las luces, todo lo que tiene ese teatro... Fue una de las emociones grandes de mi carrera profesional.

Usted fue uno de los fundadores e integrantes de la Academia Nacional del Tango...
Sí, lo fui. Llegué a ser vicepresidente de la Academia. En la actualidad soy académico de número. También fui integrante de la Academia Porteña del Lunfardo. 

¿Cómo funciona la Academia de Lunfardo? ¿Parecida a un club?
Bueno..., como un club por el vínculo fraternal, pero es una academia que realiza actividades culturales, de investigación y creativas. También, espectáculos y publicaciones. Una vez por mes nos reunimos todos los académicos para tratar los temas de funcionamiento de la academia y además, para estudiar distintos términos del lenguaje popular de Buenos Aires. Las reuniones, por supuesto, no son obligatorias.

¿Podría contar alguna anécdota de la Academia de Lunfardo o alguna investigación en particular que le interesó a usted?
Todas son importantes. Yo me prendó más, generalmente y dada mi especialidad, cuando las investigaciones corresponden a vocablos que figuran en algún tango, porque soy, más que nada y en la Academia, especialista en tango. Los académicos cubren distintos rubros de las actividades que se realizan allí. Hay pintores como Carlos Cañás, músicos, escritores, ramas de la vida intelectual, que tienen una relación casi directa con el lunfardo y también con el tango y el teatro.

Hace más de tres décadas que realiza programas de radio y colabora en medios gráficos y programas de televisión...
He trabajado en radio y TV.  Soy locutor profesional. Pero en cierto modo me fui retirando porque, primero, desarrollo mucha actividad como escritor y como docente; segundo, en esta época para trabajar en radio es casi necesario no sólo ser un hombre que le gusta armar programas sino también alguien que consiga sponsors, y a mí me cuesta un poco. Además, estoy bastante ocupado. Obviamente, la radio es mi vocación y siempre me encantó trabajar en ese género. Ya volveré algún día, tal vez (ríe). Pero sí: trabajé en casi todas las radios. En la que más lo hice fue en Radio Municipal, donde además de tener mis audiciones, fui locutor.

Además, escribió varios libros...
Como siete. Ahora está por salir uno nuevo, que es la biografía de Osvaldo Pugliese.

Usted investigó y escribió mucho sobre la historia del tango. ¿Dónde considera que nació Gardel? ¿En Argentina, Francia o Uruguay?
El tango nació en Argentina en 1850 y pico, después recorrió todo el mundo. Pero es un misterio dónde nació Gardel. Creo que la respuesta está entre Francia y Uruguay.

¿Gardel fue tan grande como se dice?
(Sin vacilar) Sí, sí, el más grande. Un creador que inventó toda una forma y que, además, cantaba perfecto.

Fue rector y docente en la Universidad del Tango de Buenos Aires.
La Universidad del Tango no existe más. En este momento soy docente en tres instituciones. Pero la Universidad del Tango también fue un proyecto de la Municipalidad de Buenos Aires, y me habían llamado a mí para crearla. El que me llamó fue el entonces subsecretario de Educación, Daniel Filmus. La idea era crear una universidad muy completa. Pero el proyecto no se llegó a cristalizar. Nosotros comenzamos con una parte de la universidad. En realidad, todavía existe pero no con ese nombre. Para constituirse en una universidad, una institución debe cumplir una serie de requisitos: horas cátedra, cantidad de alumnos, etc. El entonces intendente era Carlos Grosso. El duró poco porque fue destituido. Entonces, lo que pasa siempre es que un proyecto que viene de otro jefe después no le dan continuidad. Por ende, todo lo que Grosso me había prometido, que era todo lo que hacía falta para tener una universidad en serio, no se logró porque no se llegó a concretar. Con todo, no se cerró pero trabajamos en escuelas prestadas y ha sido así hasta la fecha. 

Como finalmente no se hizo lo de la universidad, de la cual yo iba a ser el rector, cambió de nombre y pasó a llamarse Centro Educativo del Tango. Y yo, que era rector, finalmente renuncié a ese cargo pero sin retirarme de la institución, a la cual le tengo mucho cariño. Pero no me daba el tiempo, tenía que estar muchos días. Era demasiado complicado, sobre todo en cuanto a la parte operativa, aunque no en cuanto a la parte intelectual, que me encantaba. Al renunciar quedé como profesor, que lo sigo siendo, pero del Centro Educativo de Tango. En la Universidad que sí enseño es en el IUNA. También doy clases en la Academia Nacional del Tango.

Antes había nombrado al Viejo Almacén, donde fuiste presentador.
Como locutor presenté espectáculos en muchos lugares. Por sobre todas las cosas, en el Viejo Almacén, donde trabajé 17 años, presentando a Edmundo Rivero, Osvaldo Pugliese, D’Angelis, Salgán, Alberto Marino, Charlo.

¿Puede contar alguna anécdota de sus charlas con los Grandes Maestros?
Claro, si con ellos estaba todo el día... Con Rivero jugábamos al truco. Y con Pugliese también. Y tomábamos café en los camarines. Y hablábamos de fútbol y de política. Es como cuando vas al laburo y hablás con tus compañeros. Muchas veces íbamos a comer después del show. Era un trato muy fraternal y muy lindo y todavía más, porque tenía el privilegio de estar con esa gente que admiraba tanto.

Yendo más atrás en el tiempo: usted ganó el Concurso Odol Pregunta en el ’60 y en el ’63. ¿Cómo los recuerda?
Con mucho cariño, porque toda la gente se sigue acordando. Los que vivieron esa época lo recuerdan. Yo empecé en el tango por eso. A lo mejor, si no hubiera tenido esa suerte de haber ganado el premio, no hubiera trascendido mi nombre. En aquel entonces, después de ganar ese concurso, me hice muuuy famoso. Fijate que cuando gano Odol en 1960, había dos canales nada más: el 7 y el 9. Y ese programa le interesaba tanto a la gente que lo pasaban a la vez por los dos canales, así que era como si hablara el presidente. Y además no habían tantos televisores como ahora. Como era un programa muy visto, lo pasaban también por dos de las grandes radios de la época: Radio El Mundo y Radio Belgrano, que lo transmitían para los que no tenían TV.


O sea que era un acontecimiento por el que se paraba el país. Después no podía ni salir a la calle. Era muy groso. Claro, era otra época, otra ciudad, otra gente. Nos contaban que en el interior no se veía, por ejemplo, porque todavía no había repetidoras. Pero que lo escuchaban por radio y la gente en los boliches del campo hacía apuestas por los resultados del concurso.

En ese entonces, ¿ya sabía mucho de tango? ¿era un apasionado?
¡Era un caradura! Cuando me anoté tenía 15 y estaba a leguas de saber lo que sabe un tipo jovato como yo, de 63. A esta edad uno es mucho más responsable. Con todo, evidentemente yo sabía mucho en ese momento. Había mamado el tango de chiquito, escuchaba la radio e iba a las audiciones, pero creo que no sabía tanto como para ir a un concurso. Cuando me anoté en el certamen no les conté a mis viejos. Me llamaron a una prueba y fui. Y después, cuando ya había pasado la prueba y tenía que ir a la televisión, te hacían firmar un contrato para que no te borraras a último momento. Yo no podía firmar porque era menor de edad (risas). Entonces volví a mi casa y le digo: "Papá, tenés que acompañarme". Y él: "¡¿Qué?!". Se cagaron de risa, no me dijeron nada y me apoyaron en todo. Me anoté en secreto por si fracasaba, para que nadie se enterara. Todavía hay mucha gente que se acuerda de eso, la que tiene mi edad o un poco más.

Tuvo varios premios. ¿Cuál es el que más valora?
Valoro todos. Hay uno que me llenó de orgullo. Fue en el año 2000, cuando se realizó una encuesta, en todos los lugares de tango, que organizó el Ateneo Porteño del Tango (APORTA) conjuntamente con la Legislatura del Gobierno de la Ciudad. La idea de APORTA era premiar a "La mejor figura del siglo en el tango".  Para ello, se ponían urnas y votaban los tangueros: los que iban a las milongas, las radios, los recitales... Existían distintos rubros: el mejor bailarín del siglo, el mejor bandoneonísta, el mejor cantor...  Yo gané en el rubro "Mejor comentarista de tango del siglo". No sé si lo seré porque, a lo mejor, han habido algunos mejores que yo pero, bueno... , el público me votó a mí. Y eso, realmente, me emociona mucho.

¿Cómo ve el futuro del tango?
Un poco problemático. Pero no por falta de talentos, que los hay, sino por falta de artistas de convocatoria. Cuando era niño, había artistas que te llenaban un club. Y hoy no los hay y eso hace que el tango esté en problemas. Antes se estrenaban tangos, como "Malena", que cantaba toda la ciudad. Ahora no. Sí está Susana Rinaldi y Cacho Castaña. Pero antes tenías una bocha de artistas que atraían a la gente, que hacían cola para verlos, que se volvían locos. En fin: si no hay figuras, no hay éxito. En lugar de estrellas, hay universidades y escuelas donde se estudia el tango y se están escribiendo más libros de tango que nunca. Tal vez el tango se esté convirtiendo en un fenómeno que se haya detenido en su evolución después de Piazzolla. No creo que vaya a desaparecer nunca pero quizás le ocurra lo mismo que a la música clásica o como la ópera, que no desaparecen pero tampoco avanzan. Me gustaría que no fuera así y que siguiera creciendo.

¿Por qué creé que ocurrió ese fenómeno? ¿A qué lo atribuye?
Fueron muchas circunstancias pero principalmente se debe a que hubo muchos años sin tango. A partir de los años ’60 comenzó a decaer y decaer y a la gente le interesaba cada vez menos. Hubieron dos generaciones sin tango. Antes, los chicos crecían en una ciudad de tango, donde lo escuchaban por la radio. Además, en el club de tu barrio venían las orquestas a tocar. Era chico pero me acuerdo. A los clubes de mi barrio venían Di Sarli y Héctor Varela. Y la gente se subía a los árboles para escucharlos. Y después hubo mucho tiempo de sequía, por lo cual es un poco difícil reestablecer la conexión pero ojalá se pueda: es lo que más deseo. Y bregamos por eso también con la orquesta, porque afortunadamente desde 1980 hasta ahora hizo muchas obras y se sigue destacando.

LOS TOP FIVE DE OSCAR DEL PRIORE
1. Aníbal Troilo
2. Osvaldo Pugliese
3. Horacio Salgán
4. Astor Piazolla
5. Mariano Mores

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