Siempre la gente del deporte, tanto boxeadores como jugadores de fútbol, estuvieron muy ligados al ambiente tanguero. Es así que en 1948, mi amigo Mingo Schiaraffia, compone una milonga que titula "Pa´que te voy a contar". Con Alfredo decidimos grabarla y mi muy querido Mingo, cuando cobró sus primeros derechos de autor, se apareció en mi casa con la mitad del dinero pues estimaba que yo al interpretar el tema de hecho era su socio. Me dio mucha risa, y también mucha emoción su gesto y me costó un trabajo enorme hacerle entender que yo no podía aceptar, pues ese dinero era exclusivamente suyo. Hermoso amigo Mingo, como tantos otros que siempre recuerdo: Casal, Berón, Mauré, Chanel. Morán, Marino, Fiorentino, Floreal, Podestá, Alonso, Raúl Iriarte, Jorge Durán, Armando Laborde, Oscar Larroca, Carlitos Vidal, Carlos Acuña, Horacio Quintana, Héctor Palacios, autor de "Ya sé que siguen hablando", Armando Moreno, Alberto Margal, Roberto Quiroga, el siempre "nene Rufino" y el admirado Alberto Castillo.
Y llega el momento de nuestra presentación en cine, precisamente al lado de Roberto Quiroga, de extraordinario éxito en ese entonces. Hicimos un pasaje en la película "El cantor del pueblo" que Quiroga protagonizara.
Poco tiempo después llega para mi el cine esta vez entrando por la puerta grande, ya que firmo contrato para filmar una película titulada "El ídolo del tango", junto a Héctor Ferraro un excelente actor, María Esther Buschiazzo, la madre buena de casi todas las películas de Sandrini, Graciela Lecube, como principal figura femenina y yo como protagonista de la película. La película fue un éxito de taquilla. También actuaban las orquestas de Osmar Maderna, Domingo Federico, Héctor y su Jazz, Oscar Alemán, Héctor Gagliardi, Julio Jorge Nelson. El filme tenía un contexto sencillo, humano y trataba de mostrar como vivía un ídolo de ese tiempo. La música era de Rodolfo Sciammarella y se trató de aprovechar el éxito de ese momento de mi actuación con Alfredo. Contrariamente a lo que hubieran deseado muchos en mi misma situación, yo rechacé una segunda película, pues el cine no me convencía.
Se filmaba muy temprano y nosotros por el trabajo de la orquesta no teníamos mucho tiempo libre y menos para dormir, de modo que fue mi debut y despedida de la pantalla grande. Además nunca fue mi intención ser actor. Simplemente me aboqué a leer el libro, a estudiar mi letra y decirla lo más naturalmente posible.
Quiero decir que por ese entonces me hice gran amigo de Julio Sosa que ya estaba haciendo un capote extraordinario con Francini-Pontier. Salíamos mucho juntos. Era un tipo fuera de serie. En nuestras reuniones era incansable contando cuentos, cosa que le encantaba y lo divertía además. Ya por ese entonces era un buen poeta y cuando decía sus cosas nos emocionaba a todos. No hace muchos años, estando yo desvinculado del ambiente artístico y ocupado en otros trabajos, pasé con mi camioneta por un lugar donde él estaba filmando una de esas fotonovelas que salen en las revistas. Hacía mucho tiempo que no lo veía. Lo llamé, se acercó a mí, y al reconocerme se puso a gritarle a sus compañeros de filmación quien era yo y me presentó a toda la gente, haciendo un escándalo en medio de la calle. Vaya mi cariñoso recuerdo para ese gran amigo y gran intérprete de nuestro tango que fuera Julio Sosa.
Antes de cerrar esta parte, quiero evocar un momento en la vida de la orquesta. Yo era muy joven y seguía haciendo cosas de jóvenes. Atrasarme a la llegada de los bailes o cosas por el estilo. Un día Alfredo me manda un colacionado despidiéndome. Lo llamé muy seriamente y le dije que yo estaba muy cómodo en la orquesta, si él no se sentía igual, que se fuera él. Se puso a reír y quedó, como es lógico suponer, totalmente anulado el telegrama.
Por esa época también era aficionado al turf. El tango "Bajo Belgrano", por ejemplo, está muy ligado por su letra a un caballo que compré y gano 5 careras en San Isidro y Palermo. Pero sigamos adelante con la recordación. Llega mi desvinculación de la orquesta. Ocurrió que estando en Rosario en una de esas giras que realizábamos todos los años, Carlos Dante, que seguía siendo capote en todos los lugares en que actuaba, nos anuncia su retiro de la orquesta. Yo, haciendo causa común con él, anuncio también el mío. Se llevarían a cabo tras los carnavales que realizaríamos en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Hubo reuniones de los componentes de la orquesta. Hablaron con Dante. Luego el secretario de Alfredo, Osvaldo Amura, también en grandes reuniones convencieron a Carlitos para que se quedara pero a todo esto a mi, ni una palabra. Así que cuando finalizó el carnaval en La Plata me retiré de la orquesta como lo había prometido, y como buen vasco, cumplí con mi palabra. Hubo lágrimas de mi parte y de mucha gente del público. Fue uno de los momentos más emotivos de mi vida. El día que Alfredo volvió a debutar en el Glostora ese año, yo había ido solo a un cine de Olivos en mi pequeña cupecita. Antes de entrar al cine, escuché por la radio el debut de Oscar Larroca. Sentí una profunda pena. No por el debut de Oscar, excelente cantor y flor de amigo, sino porque tuve la sensación que alguien me hubiera usurpado algo de mi vida. Fue un momento muy triste para mi.
(redactada por Julio Martel)
Miguel Recuerdo.
Y llega el momento de nuestra presentación en cine, precisamente al lado de Roberto Quiroga, de extraordinario éxito en ese entonces. Hicimos un pasaje en la película "El cantor del pueblo" que Quiroga protagonizara.
Poco tiempo después llega para mi el cine esta vez entrando por la puerta grande, ya que firmo contrato para filmar una película titulada "El ídolo del tango", junto a Héctor Ferraro un excelente actor, María Esther Buschiazzo, la madre buena de casi todas las películas de Sandrini, Graciela Lecube, como principal figura femenina y yo como protagonista de la película. La película fue un éxito de taquilla. También actuaban las orquestas de Osmar Maderna, Domingo Federico, Héctor y su Jazz, Oscar Alemán, Héctor Gagliardi, Julio Jorge Nelson. El filme tenía un contexto sencillo, humano y trataba de mostrar como vivía un ídolo de ese tiempo. La música era de Rodolfo Sciammarella y se trató de aprovechar el éxito de ese momento de mi actuación con Alfredo. Contrariamente a lo que hubieran deseado muchos en mi misma situación, yo rechacé una segunda película, pues el cine no me convencía.
Se filmaba muy temprano y nosotros por el trabajo de la orquesta no teníamos mucho tiempo libre y menos para dormir, de modo que fue mi debut y despedida de la pantalla grande. Además nunca fue mi intención ser actor. Simplemente me aboqué a leer el libro, a estudiar mi letra y decirla lo más naturalmente posible.
Quiero decir que por ese entonces me hice gran amigo de Julio Sosa que ya estaba haciendo un capote extraordinario con Francini-Pontier. Salíamos mucho juntos. Era un tipo fuera de serie. En nuestras reuniones era incansable contando cuentos, cosa que le encantaba y lo divertía además. Ya por ese entonces era un buen poeta y cuando decía sus cosas nos emocionaba a todos. No hace muchos años, estando yo desvinculado del ambiente artístico y ocupado en otros trabajos, pasé con mi camioneta por un lugar donde él estaba filmando una de esas fotonovelas que salen en las revistas. Hacía mucho tiempo que no lo veía. Lo llamé, se acercó a mí, y al reconocerme se puso a gritarle a sus compañeros de filmación quien era yo y me presentó a toda la gente, haciendo un escándalo en medio de la calle. Vaya mi cariñoso recuerdo para ese gran amigo y gran intérprete de nuestro tango que fuera Julio Sosa.
Antes de cerrar esta parte, quiero evocar un momento en la vida de la orquesta. Yo era muy joven y seguía haciendo cosas de jóvenes. Atrasarme a la llegada de los bailes o cosas por el estilo. Un día Alfredo me manda un colacionado despidiéndome. Lo llamé muy seriamente y le dije que yo estaba muy cómodo en la orquesta, si él no se sentía igual, que se fuera él. Se puso a reír y quedó, como es lógico suponer, totalmente anulado el telegrama.
Por esa época también era aficionado al turf. El tango "Bajo Belgrano", por ejemplo, está muy ligado por su letra a un caballo que compré y gano 5 careras en San Isidro y Palermo. Pero sigamos adelante con la recordación. Llega mi desvinculación de la orquesta. Ocurrió que estando en Rosario en una de esas giras que realizábamos todos los años, Carlos Dante, que seguía siendo capote en todos los lugares en que actuaba, nos anuncia su retiro de la orquesta. Yo, haciendo causa común con él, anuncio también el mío. Se llevarían a cabo tras los carnavales que realizaríamos en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Hubo reuniones de los componentes de la orquesta. Hablaron con Dante. Luego el secretario de Alfredo, Osvaldo Amura, también en grandes reuniones convencieron a Carlitos para que se quedara pero a todo esto a mi, ni una palabra. Así que cuando finalizó el carnaval en La Plata me retiré de la orquesta como lo había prometido, y como buen vasco, cumplí con mi palabra. Hubo lágrimas de mi parte y de mucha gente del público. Fue uno de los momentos más emotivos de mi vida. El día que Alfredo volvió a debutar en el Glostora ese año, yo había ido solo a un cine de Olivos en mi pequeña cupecita. Antes de entrar al cine, escuché por la radio el debut de Oscar Larroca. Sentí una profunda pena. No por el debut de Oscar, excelente cantor y flor de amigo, sino porque tuve la sensación que alguien me hubiera usurpado algo de mi vida. Fue un momento muy triste para mi.
(redactada por Julio Martel)
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