
Y llega el momento de nuestra presentación en cine, precisamente al lado de Roberto Quiroga, de extraordinario éxito en ese entonces. Hicimos un pasaje en la película "El cantor del pueblo" que Quiroga protagonizara.

Quiero decir que por ese entonces me hice gran amigo de Julio Sosa que ya estaba haciendo un capote extraordinario con Francini-Pontier. Salíamos mucho juntos. Era un tipo fuera de serie. En nuestras reuniones era incansable contando cuentos, cosa que le encantaba y lo divertía además. Ya por ese entonces era un buen poeta y cuando decía sus cosas nos emocionaba a todos. No hace muchos años, estando yo desvinculado del ambiente artístico y ocupado en otros trabajos, pasé con mi camioneta por un lugar donde él estaba filmando una de esas fotonovelas que salen en las revistas. Hacía mucho tiempo que no lo veía. Lo llamé, se acercó a mí, y al reconocerme se puso a gritarle a sus compañeros de filmación quien era yo y me presentó a toda la gente, haciendo un escándalo en medio de la calle. Vaya mi cariñoso recuerdo para ese gran amigo y gran intérprete de nuestro tango que fuera Julio Sosa.
Antes de cerrar esta parte, quiero evocar un momento en la vida de la orquesta. Yo era muy joven y seguía haciendo cosas de jóvenes. Atrasarme a la llegada de los bailes o cosas por el estilo. Un día Alfredo me manda un colacionado despidiéndome. Lo llamé muy seriamente y le dije que yo estaba muy cómodo en la orquesta, si él no se sentía igual, que se fuera él. Se puso a reír y quedó, como es lógico suponer, totalmente anulado el telegrama.
Por esa época también era aficionado al turf. El tango "Bajo Belgrano", por ejemplo, está muy ligado por su letra a un caballo que compré y gano 5 careras en San Isidro y Palermo. Pero sigamos adelante con la recordación. Llega mi desvinculación de la orquesta. Ocurrió que estando en Rosario en una de esas giras que realizábamos todos los años, Carlos Dante, que seguía siendo capote en todos los lugares en que actuaba, nos anuncia su retiro de la orquesta. Yo, haciendo causa común con él, anuncio también el mío. Se llevarían a cabo tras los carnavales que realizaríamos en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Hubo reuniones de los componentes de la orquesta. Hablaron con Dante. Luego el secretario de Alfredo, Osvaldo Amura, también en grandes reuniones convencieron a Carlitos para que se quedara pero a todo esto a mi, ni una palabra. Así que cuando finalizó el carnaval en La Plata me retiré de la orquesta como lo había prometido, y como buen vasco, cumplí con mi palabra. Hubo lágrimas de mi parte y de mucha gente del público. Fue uno de los momentos más emotivos de mi vida. El día que Alfredo volvió a debutar en el Glostora ese año, yo había ido solo a un cine de Olivos en mi pequeña cupecita. Antes de entrar al cine, escuché por la radio el debut de Oscar Larroca. Sentí una profunda pena. No por el debut de Oscar, excelente cantor y flor de amigo, sino porque tuve la sensación que alguien me hubiera usurpado algo de mi vida. Fue un momento muy triste para mi.
(redactada por Julio Martel)
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