18/5/11

Julio Martel de Igual a Igual - V

Tras la desvinculación entonces vendí el coche en $ 26.000 y me fui a Montevideo. Era la única plata que me había quedado después de hacer cine, $ 5.000 por la película y lo que había ganado con Alfredo, que nunca supe realmente cuanto fue, ya que a Amura, nuestro representante que era quien nos pagaba, siempre lo tenía "pasado" con los adelantos que le pedía. La gente posiblemente estaba un poco equivocada con las cifras fabulosas que creían que ganábamos.

En realidad era más el éxito que el dinero. Además nuestra orquesta era cooperativa, pero Alfredo como director, retiraba de la entrada bruta un porcentaje importante ya estipulado y el resto lo repartíamos en partes iguales entre los músicos, Carlos y yo. De cualquier manera nunca supe exactamente cuanto gané, pero a pesar de no ser muy "prolijo" con la guita y tener pocos años, trataba de vivir la vida los más cómodamente posible, quizá como revancha a los duros tiempos que me habían tocado vivir desde chico. Esa es la razón por la cual Carlitos decía que yo vivía todo apresuradamente.

Como digo anteriormente, tras esa noche de amargura al no estar al lado de la orquesta en su debut en el Glostora, vendí el coche y con mi capital de $ 26.000 me fui al Uruguay. Lo hice derecho al Casino. Demás está decir que al otro día, estaba como cuando era caddie del golf.

En Montevideo, grabé un disco con la orquesta de dos muchachos, Puglia-Pedroza. El tango se llamaba "Nacional" y estaba dedicado al club de fútbol de ese mismo nombre y a la vez, lo transmitían los días de partido, como propaganda del club. A Montevideo me llama precisamente Juan Balatti, representante, diciéndome que Oscar Castagnaro, excelente amigo, se había desvinculado de la orquesta de Pugliese y había formado su propia orquesta. Además según Juan estaba todo Buenos Aires empapelado con afiches de la orquesta con Roberto Chanel y con mi nombre, esto sin haber hablado previamente conmigo. Me pareció que los músicos y Castagnaro no tenían culpa ninguna y volví a Buenos Aires. Debutamos en la confitería "Richmond" de Suipacha que en realidad era lo único que Balatti tenía seguro. Tuve la suerte, como digo, de haber actuado junto a Chanel, gran compañero, como así también Oscar y todos los músicos. Pero la cosa no marchaba, los trabajos no habían sido como Balatti me contara y entonces me separé de la orquesta, amigo de todos ellos y debuté en los comienzos de la televisión en Canal 7, con un tango teatralizado, "Madre hay una sola". Y tras esto me fui a Chile.

CHILE

El éxito que me acompañó en Chile fue realmente revitalizador. Los afiches con mi cara se veían hasta en los tranvías que cruzaban la ciudad. Debuté en el Rosedal y tras el debut al que habían asistido todos los muchachos del Matadero, me fui con ellos para conocerlo, y así nomás, como estaba, arremangándome los pantalones del smocking, me quedé hasta las seis de la mañana cantando y tomando con esos hermosos seres humanos que son los chilenos.

Tres meses actué en Chile y guardo siempre para esos hermanos tan queridos mi cariño y mi agradecimiento. De vuelta a Buenos Aires, formé mi propia orquesta dirigida por un gran amigo mío de pibe, de allá de Boulogne, Américo Podestá. Hicimos Radio Belgrano, teníamos bastantes bailes y la compañía Odeón nos contrata para grabar. Me decidí por "Lechuza", tango de Navarrine que había estrenado con Castagnaro y había gustado mucho, "Porqué no has venido?", tema que hacía Alberto Morán, del que siempre fui admirador, "Pobre colombina" que nunca había podido grabar y estrenara con De Angelis y "Fueron tres años", tango de moda en ese momento.

COLOMBIA

Y otra vez Néstor Rodi personifica un poco mi destino. Por su intermedio se concreta con una firma muy importante de Medellín, mi actuación en Colombia. El contrato tenía cifras fabulosas, pero nosotros no teníamos para el pasaje, de manera que Rodi arregló con una compañía de aviación, firmando un documento, comprometiéndose a girar el dinero en 15 días.

En ese viaje me acompañó Enrique Méndez, un bandoneonísta que luego acompañó a Libertad Lamarque. Yo salí de Buenos Aires con dólares que los terminamos de gastar en Panamá. Al llegar a Medellín, me esperaba el presidente de la compañía que había hecho posible nuestro viaje y con toda delicadeza nos ofreció dinero de ese país por si no habíamos cambiado. Aunque estaba sin un peso. Nos ubicamos en el mejor hotel y pasamos una semana bastante dura, la primera, pues mi contrato estipulaba que debía cobrar semanalmente. Yo respiré cuando entre la gente que esperaba nuestro arribo, vi a Osvaldito De Vicenzo, hermano de Roberto, nuestro gran campeón de golf. De cualquier manera, no tuve necesidad de recurrir a él, ya que a la semana cobramos y ya pasamos al frente, aún después de mandar el dinero de los pasajes. En Medellín grabé 20 temas y realmente fueron un suceso.

En ese entonces, ese gran tipo y amigazo que se llama José Manuel Moreno, dirigía y jugaba en Independiente de Medellín. Lo pasábamos juntos todo el tiempo. El comprobó como me trataba la gente en Colombia. Al entrar a la radio lo hacía ayudado por la policía militar lo mismo que al salir. José me esperaba con un auto en la calle y como yo vivía en un hotel a pocas cuadras de la emisora, la gente se corría hasta allí y no podíamos entrar. De manera que con Moreno teníamos que ir a hacer tiempo a algunos lugares conocidos por él, hasta que la gente que me esperaba en la puerta del hotel, se dispersaba. Medellín, donde solamente actué un mes, es uno de los recuerdos mas lindos que conservo de mi paso por esta actividad. Antes de partir de Colombia, me llamó Raúl Iriarte desde Bogotá para proponerme que uniera mi bandoneón a su orquesta e hiciéramos sociedad: le dije:

- "Mirá Raúl, es la primera vez que hago unos mangos fuertes y esta vez me los llevo, porque es la última cosa que pienso hacer cantando y quiero llevarme como una gran riqueza este recuerdo de lo que termina de ocurrirme en Medellín"

Desde Medellín y ya con mucha "comodidad económica", vinimos por tierra. Y de Buenaventura nos fuimos a Valparaíso en Barco, donde pasamos 15 días ya económicamente "cómodos" con todos los lindos amigos que por suerte sigo teniendo en esa linda tierra chilena que yo sigo queriendo tanto.

(redactada por Julio Martel)

Miguel Recuerdo.

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