Por Amílcar Romero
Osvaldo Pugliese es una de las figuras mayores de la cultura de Buenos Aires. Sus cincuenticinco años (en 1976) con el tango constituyen una búsqueda maestra que se refleja no sólo en la creación de obras como Recuerdo, Adiós Bardi, La yumba, El encopao, Una vez, Malandraca, sino también en la elaboración minuciosa y sabia de un estilo inconfundible, en la recuperación constante del patrimonio tanguístico de Bardi, De Caro, Maffia, Láurenz y otros innovadores, en el apoyo dado a nuevas generaciones de autores y compositores y, por último, en uno de los más importantes trabajos de orquestación que se hayan realizado en la música de Buenos Aires. Este aporte, realizado con una ejemplar modestia y con un profundo sentido de lo que significa trabajar en la cultura, es lo que ahora. intenta rescatar Crisis a través de las entrevistas realizadas por Amílcar Romero y del testimonio de algunos de los que fueron o son colaboradores de don Osvaldo Pugliese, y de un apéndice sobre los discos que grabó, sus composiciones y los músicos que lo acompañaron.
Osvaldo Pugliese es una de las figuras mayores de la cultura de Buenos Aires. Sus cincuenticinco años (en 1976) con el tango constituyen una búsqueda maestra que se refleja no sólo en la creación de obras como Recuerdo, Adiós Bardi, La yumba, El encopao, Una vez, Malandraca, sino también en la elaboración minuciosa y sabia de un estilo inconfundible, en la recuperación constante del patrimonio tanguístico de Bardi, De Caro, Maffia, Láurenz y otros innovadores, en el apoyo dado a nuevas generaciones de autores y compositores y, por último, en uno de los más importantes trabajos de orquestación que se hayan realizado en la música de Buenos Aires. Este aporte, realizado con una ejemplar modestia y con un profundo sentido de lo que significa trabajar en la cultura, es lo que ahora. intenta rescatar Crisis a través de las entrevistas realizadas por Amílcar Romero y del testimonio de algunos de los que fueron o son colaboradores de don Osvaldo Pugliese, y de un apéndice sobre los discos que grabó, sus composiciones y los músicos que lo acompañaron.
"la lucha por la vida"
Nací en la calle Canning 392, barrio de Villa Crespo, el 2 de
diciembre de 1905. A los catorce dejé la primaria por voluntad propia y me fui
a trabajar a una imprenta. También fui aprendiz de una joyería y una
carpintería. Ya tocaba el violín de oído, con un bandoneón y una guitarra.
Después mi padre me compró el piano y me embufó en el estudio del instrumento.
La idea de mi padre, es decir, la idea que yo tenía, alimentada por él, ya que
mi padre tenía mucha pasión por eso, era que yo fuera un pianista de primera
línea, un concertista. Pero la lucha por la vida nos obligó, tanto a mí como a
mis otros dos hermanos. a tener que salir a ganarnos los garbanzos...
Mi viejo era cortador de calzado y flautista de un cuarteto de la
Guardia Vieja. Mis dos hermanos salieron violinistas. El mayor era empleado de
Correos y se fue a Mar del Plata, donde falleció. El otro. Alberto, era pintor
y también tocaba el violín, estudiaba. Después se dedicó al tango y todas esas
cosas. Es el autor de El remate. Falleció en el 66.
"estaba esgunfio de la
escuela..."
A la escuela la dejé cuando rendí el cuarto grado; a quinto pasé
malamente. El maestro Carreño me dio una manito bien grande. ¡Es que yo estaba
esgunfio de la escuela! Cada vez que me viene esta idea, sin embargo, recuerdo
a los maestros con cariño. Dentro de todo, se portaron bien. Yo era un
atorrante. Vivíamos haciéndonos la rabona. Buenos maestros; lo ayudaban a uno a
aguantar.
Fue al poco tiempo de empezar a estudiar el piano que empecé a
trabajar de noche. A partir de allí, no he parado hasta ahora.
"cuatro pesos por día, un
dineral"
Mi primer trabajo como músico, profesionalmente, teniendo yo unos
quince años, fue en Godoy Cruz y Rivera (hoy Córdoba), en el Café de la
Chancha. Con un trío: yo al piano, bandoneón y violín. Me pagaban cuatro pesos
por día, un dineral, por tocar de las seis de la tarde a la una de la mañana.
Nosotros tocábamos. No había arreglos ni cosa que se le pareciera. El arreglo
va a venir recién con De Caro, a partir del 24, del 25. Se puede decir que con
él nace una profesión nueva: la del arreglador. Y con ella, la necesidad de
conocimientos técnicos, de saber música para dar formas nuevas. Con los arreglos,
todas las grandes composiciones de aquella época empezaron a salir mejor en lo
que hace a sencillez y sonoridad.
"yo a la noche la duermo poco"
Yo seguía estudiando el piano. Trabajaba en el cabaret hasta las
seis de la mañana.
Después, me levantaba y estudiaba. En realidad, yo a la noche la
duermo poco. Cuando trabajo de noche, a lo que estoy acostumbrado a levantarme
temprano, estoy en pie a las ocho y media, ya no puedo dormir más. Antes, lo
mismo. Es un hábito.
Cuando compuse mi primer tema tendría unos quince años. Era un
tango al que mi padre le puso nombre, lo hizo editar y todo. El tenía el
berretín conmigo. Primera categoría, le puso. Nunca lo grabé. En esa etapa
también compuse el tango Retoños y El frenopático, dedicado a una tía mía, Ana
Pugliese. Fue ella la que le puso el nombre.
En fin, era la ayuda paternal familiar: le ponían nombre, me
buscaban editor, me buscaban todo en realidad y así yo iba componiendo algunas
cosas.
"maffia, vardaro, algunos conjuntos
esporádicos"
Cuando terminamos en el ABC, adonde fuimos después de haber estado
en el Café de la Chancha, y después de un tiempo corto sin hacer nada, fui a
tocar a otro café, a El Parque, Lavalle y Talcahuano. Fuimos casi los mismos
que estábamos en el ABC, Pollet, el cieguito Blasco y otro bandoneón, que se
llamaba Diodatti creo. De violín estaba el autor de Mi noche de amor, Francisco
Franco, el zurdito Franco le decían, con la zurda tocaba. El otro violín era De
Grandis y yo estaba de piano. Del contrabajo no me acuerdo; en realidad, ni sé
se había. Estábamos en eso cuando Maffia se separa de De Caro y me viene a ver
a mí para incorporarme al sexteto. A la vez, De Caro lo vino a buscar al
cieguito Blasco para suplantarlo a Maffia. Ahí es cuando, con Maffia, debutamos
en el cine Electric, por el 26, 27, más o menos. Hasta que formé mi orquesta,
diez años después, se puede decir que no tuve conjuntos. Esporádicamente, sí,
pero no era algo continuado. Como por ahí me conocían algo, venían y me decían:
Che, formate un conjunto y venite a trabajar. Así estuve en el Scherezade, en
el café Germinal, en el cabaret Moulin Rouge. Por el 29, juntándonos y
volviéndonos a agrupar según venía el trabajo, tuvimos el sexteto con Vardaro.
Fue cuando nos separamos de Maffia. En el Sexteto estaban Elvino Vardaro de
primer violín y Alfredo Gobbi de segundo; como primer bandoneón Miguel Jurado,
al que luego lo reemplazó Ciriaco Ortiz, y Aníbal Troilo de segundo; Pucherito
Adesso de contrabajo y yo en el piano. Era un lindo conjunto; la verdad que sonaba
bien. El Gordo Troilo recién se había puesto los largos.
"la gran crisis"
En los años treinta, antes de formar mi orquesta definitiva,
anduve por varios lados. Primero con un cuarteto donde estaba Gobbi. Después me
uní a la orquesta de Federico Scorticatti: acompañábamos a Charlo y Adhelma
Falcón. Reemplacé a Cobián en un cuarteto, estuve con Roberto Firpo y Míguel
Caló. Ya no recuerdo con exactitud, cronológicamente. Sí, también formé parte
del sexteto de Láurenz. En otro lugar que trabajé fue en la Academia Lapade.
Esta era dirigida por Luis Rubinstein, uno de los autores de Inspiración.
Enseñaban canto. Allí tuve el gusto de compartir las tareas con Mariano Mores,
El Negro Flores -no el letrista. sino un primo de Celedonioo, Averbuj que era
un pianista muy conocido entonces y una chica que venía a aprender canto, Aída
Luz.
La academia tenía mucha repercusión entre los aficionados al canto
porque tenía una audición de una hora en la radio y sus alumnos, una vez a la
semana, podían cantar en esa audición. Yo solo con el piano también acompañé a
un cantor muy famoso de la época: Hugo Gutiérrez. Eso fue para Radio Prieto.
Pero como consecuencia de ese adelanto que fue la incorporación del sonido al
cine, de la noche a la mañana se quedaron sin trabajo centenares de músicos. Y
no solamente de tango: también del jazz y el clásico. El último conjunto típico
que actuó en esos lugares fue el sexteto que teníamos con Vardaro. Eso fue en
el 31. Otro aspecto de la gran crisis, para nosotros, los músicos, también
tuvo que ver con la técnica. Fue cuando la vitrola entró a reemplazar al número
en vivo. Como únicas fuentes de trabajo quedaron los cabarets, las boites, los
dancing, algún club nocturno y una cosa muy privada, muy particular: las garconiéres. Ya el bolero
empezaba a tener su predicamento. Y los valses: la gente pedía mucho los
valses.
A fines de la década del 30 empiezan a tomar cuerpo, como fuente
de trabajo, las radios y los clubes, que empiezan con los bailes. Entonces la
profesión vuelve a crecer.
"toda esa corriente decariana"
Yo creo que no se puede especificar que haya ideas preconcebidas
que se lleven después al plano de la realidad. Es un proceso. El proceso de
todo joven que va comenzando en una línea de tango, la va desarrollando y va
tratando de darle una imagen y una estructura. Por supuesto, siempre es
desarrollada a partir de la que está establecida en ese momento, ¿no?
Prácticamente, en una forma más madura, en los comienzos parto de toda esa
corriente decariana: Mafia, Láurenz, Cobián, Francisco De Caro, Roberto
Goyeneche, el padre de El Polaco, excelente pianista, todos ellos; cantidad de
jóvenes que tenían un prestigio ya adquirido y que tenían un estilo bastante
definido desde el punto de vista de la diferencia que había entre tocar en un
cabaret o tocar un tango más estilizado.
"para muchos serán cosas nuevas, pero para
mi..."
Podríamos decir que Julio
De Caro es el centro de toda esa corriente que circulaba en aquel entonces. Yo
parto de esa corriente. Por la edad que yo tenía, recibí toda esa gran
influencia. Y a partir de allí me fui desarrollando en las distintas fuentes de
trabajo y fui incorporando cosas que, para mucha gente, serán nuevas, pero para
mí sólo un tango más que he compuesto. Es decir, no puedo sentirme orgulloso,
tener una postura pedante frente a los éxitos que pude haber tenido. No
solamente estaba yo: estaban los compañeros de trabajo, ¡los múltiples
intérpretes que en aquel entonces había!
"el tango tiene gente aplicada"
Hay una cosa que muchas veces a la gente, posiblemente, le pasa
desapercibida. Por todos los muchachos que yo he conocido, de aquellas
generaciones y de las de ahora, puedo decir que el tango tiene gente
inteligente, aplicada. consecuente en sus vidas como compositores. como
intérpretes y como estudiosos de sus instrumentos. Yo formé parte de esa
corriente: ser estudioso. Me gustaba mucho estudiar. Y primero porque comencé
teniendo anhelos diferentes a los que la vida me impuso. Pero no por eso dejaba
de estudiar las horas necesarias: a la vez componía porque estudiaba con los
maestros de armonía y composición. Fui adquiriendo un pequeño conocimiento que
me permitió abordar mi temática por el rumbo que yo quería darle. Integré esa
corriente de jóvenes que rompió la idea de que el tanguero es un parrillero o
un tipo que rasca de oreja. Tal vez eso fue en e1 14, en el 16, como mi viejo.
que tocaba la flauta pero que no era un gran músico desde el punto de vista
técnico... No solamente trabajamos en esto de la música; también se estudia,
se iba aprendiendo algo más.
"¿qué es el tango?"
Bueno algo de propiedad exclusiva de la masa popular. No hay otra
definición.
Por otra parte, todos los
grandes valores de antaño y estoy nombrando a Arolas, Roberto Firpo, Bardi,
eran laburantes. Si después la vida los llevó por distintos caminos, eso no
tiene nada que ver. Todos fueron laburantes. En este sentido es que hay que
comprender la influencia nefasta, socialmente hablando, que sufrieron muchos
músicos, cuando se inaugura el cabaret como institución. Porque el cabaret fue
eso: una institución. Y grandísima. Con un gran poder económico-financiero. Ahí
fue que muchos tomaron caminos diferentes. No tanto por culpa de ellos, sirio
por la influencia del medio.
"al piano lo metían en un
rincón"
Tampoco fue una cosa preconcebida colocar el piano atrás. Fue algo
natural en mí, que hice como profesional. Lo que pasó fue que en aquel
entonces, del modo en que se desenvolvía la profesión en los lugares de
trabajo, poco a poco lo iba aclimatando a uno. Hay que comprender que tocábamos
en un café, en un palco, y si éste era grande o era chico, no importaba: para
el piano, agarraban cualquier cachivache y ¡pumba! lo metían en un rincón. Y
dale nomás. Los violines y los bandoneones estaban adelante. Esta era la forma
en que se desenvolvía el pianista dentro de los lugares de trabajo y dentro de
las orquestas. Después, la publicidad, las presentaciones, el cambio de las
fuentes de trabajo, le han dado un margen, una categoría distinta a los
intérpretes desde el punto de vista de la ubicación. Hoy vemos en la televisión
que meten el piano ahí adelante y ¡Pumba!, es el director de la orquesta. Lo
mismo pasa en algunos teatros: van y embufan ahí adelante un piano de cola y
uno parece un concertista, Paderewski o Rubinstein, qué sé yo.
Volviendo a nuestra orquesta. la posición que nosotros hemos
adoptado siempre es poner el piano en un triángulo entre los primeros
bandoneones. el contrabajo y el primer violín. Esta fue nuestra idea central. En
lo que hace al papel del piano en los arreglos, bueno, posiblemente se oiga
poco, no sé. Lo que pasa es que me resulta un poco forzado tener que mencionar
esta situación. Se ha corrido mucho, sobre todo entre el público, la idea de
que yo me escondo por modestia y de que dejo lucir a las primeras figuras y que
el piano es siempre una base de acompañamiento.. Sí, esto puede ser cierto.
Pero sólo en cierta medida.
"empujar y llevar adelante"
Hay que ver lo siguiente. Para que el piano juegue su papel no es
necesario que sea un solista de primera magnitud. La orquesta es un
conglomerado muy grande. La sonoridad del bandoneón es algo que, absorbe
muchísimo: es muy brillante, tiene un sonido particular, extra- ordinario,
podríamos decir que es el sonido del tango, lo más auténtico que hay. Y póngase
cuerdas, póngase un contrabajo. Es decir, mi concepto de la orquesta no es
solamente para tocar solos de piano, sino el de llevar todos esos conceptos
generales hacia uno central, que es la interpretación, los acentos, el marcado,
el acompañamiento para los solos. Y todo esto hay que hacerlo a través de ese
mecanismo que es el piano. Posiblemente yo me haya retrasado desde el punto de
vista de ponerme adelante y lucirme como pianista. Otros lo hicieron. Yo
preferí siempre hacer lo otro: buscar un concepto interpretativo para empujar y
llevar adelante.
"¡ese-ese-ese, la barra de
pugliese!"
Con la orquesta debutamos el 11 de agosto del 39, en el café El
Nacional de la calle Corrientes. Las barras no se formaron de entrada,
espontáneamente. Pasó que al principio no tocábamos en los clubes grandes. No
sé por qué: no nos querrían, no gustábamos, no sé. Querían los grandes
carteles. Entonces nosotros empezamos a desarrollar nuestra actividad por la
zona de Avellaneda, Gerli, toda esa zona, ¿eh?, hasta La Plata, el cinturón
fabril de Buenos Aires. Bueno, recién a partir de entonces, Independiente,
Racing, Boca, nos empiezan a contratar. Ahí es cuando se da el auge más amplio
y profundo de la masa frente a nuestra orquesta.
Las barras que nos apoyaban eran, en su mayoría, muchachada joven
que gustaba del tango: obreros, empleados, gente del interior que iba llegando
a la gran ciudad, masa popular en una palabra, por que salvo en zonas muy
particulares, don- de no teníamos mucho predicamento, como Mendoza por ejemplo,
en el resto andábamos muy bien.
Para citar un hecho, cuando íbamos a Rosario, venía la Barra del
Barrio de Caferata. Cosa de muchachos, desplegaban un gran lienzo, un lienzo
que abarcaba toda la pista del club y donde habían escrito: ¡Bienvenido Fulano
de Tal! o ¡Aquí está la Barra del Caferata!, todas las vueltas una leyenda
distinta. En algunos lugares de la provincia de Buenos Aires las barras se
venían en camiones. Para los bailes de carnaval aparecían disfrazados; las
chicas se disfrazaban de Miss Pugliese, Miss Orquesta de Pugliese o Miss Morán.
Nuestras barras se distinguían, sobre todo, por la vestimenta. En
aquellos años se había puesto de moda el dibujante Divito y apareció esa forma
de vestirse con unos sacos grandes, hasta la rodilla, con mil botones, y unos
pantalones como funda de clarinete hasta aquí arriba, por el pecho, botines
lungos y moñito. Otra barra que nos seguía usaba como distintivo una curita, a
la que se pegaban cruzada en la mejilla derecha.
Pero no solamente nosotros teníamos barritas. También D'Arienzo,
Troilo, Tanturi, Castillo, Di Sarli, tenían flor de barras. De las mías, lo que
más recuerdo como caracterización eran las pilchas Divito que usaban.
Socialmente, muchos han dicho que las nuestras eran las de extracción más
popular; puede ser, sí, era masa popular: gente del interior, obreros,
empleados públicos, incluso hasta policías, empleados de la policía...
"un poco de pólvora"
La yumba ya parte con una nueva estructura. La yumba, Negracha,
Malandraca para nombrar los tres tangos que reúnen si no el mismo concepto, la
misma fisonomía. Es decir, un tema rítmico repetido y darle empuje, darle
fuerza, ponerle eso que nosotros llamamos un poco de pólvora.
La yumba no nace preconcebidamente. Fue una experiencia adquirida
a través tantos años de trabajo y como un deseo de hacer el tango que a mí más
me gusta. Después van a venir, en la misma línea los otros dos mencionados. La razón es nombre
es onomatopéyica, por el compás que repite Yum-bá, yum-bá.
Por otro lado, tampoco se puede decir que fuera completamente
nuevo. A ese ritmo, yumbeado le dijeron después, nosotros ya lo veníamos
haciendo de antes. Al tango yo lo escribí en el 48: lo estrené en el Picadilly.
Yo trabajaba en el cabaret Ocean y nos vinieron a ver para inaugurar algo que
para nosotros era muy importante: el Piadilly, en Corrientes y Paraná. Eso fue
en el 47. A La yumba la hice en ese tiempo, a fines de ese año. Ahí hice
también Negracha y empecé Malandraca. No me acuerdo el día que la estrenamos.
La escribí, llevé un día la partitura al Picadilly la ensayamos y la tocamos.
"¿quién dijo que hago llorar a los
cantores?"
No, yo nunca los he hecho llorar, al contrario. ¿Quién dijo eso?
Si ellos lloraban, bueno, sería porque
tenían momentos muy emocionales, ¿no? También, en el ámbito general de los
profesionales, del público han dicho que nuestra orquesta no le prestaba
atención al cantor.
Eso es... Cierto. sí. Pero
en cierta medida, no se vayan a creer. Lo que sostuvimos siempre nosotros, como
base de principio, para que una orquesta gane la voluntad del público, era
hacer tango de orquesta. Esto ha sido una ley. Es decir, para que una orquesta
entre en el público tiene que hacer la música. En ese sentido nosotros
estábamos empeñados en dar mayor fuerza a los tangos de orquesta los cantados
estaban sincronizados con esa concepción, sobre todo con Chanel y Morán. los
dos más identificados con nuestra concepción que los cantores que vinieron
luego.
No sé por qué habrá sido así. Quizás porque los que vinieron
después no estaban hechos al estilo, no sé. Por otra parte, hubo un desarrollo
en los arreglos y demás. Entonces ahí fue que la relación orquesta-cantor
cambió. O sea que el cantor emnpezó a tener una base más importante. Pero para
nosotros, siempre, insisto, todo el esfuerzo estuvo en el tango para orquesta.
"el público, único juez"
Como imponer, el público nunca me impuso nada. El asunto está en
interpretar el gusto, las necesidades, la sensibilidad de la gente. La
imposición del público viene después: una vez que uno le da, recién pide todo,
parte o nada de lo ofrecido. Por ejemplo, si nosotros orquestábamos,
arreglábamos un tema, lo ensayábamos, 1o estrenábamos y lo tocábamos una, dos,
tres veces, y veíamos que no caminaba, chau, lo sacábamos. Al público hay que
darle lo que acepta y puede absorber. Hay muchas cosas que están bien escritas,
muy bien escritas, y que sin embargo no pasa ni medio. Recién ahora yo puedo
tocar un tango como A Evaristo Carriego; si eso lo hubiéramos hecho en el 40,
nos sacan de la pista con ametralladoras. Y es la misma gente, pero ha habido
un cambio en la sensibilidad. Yo tuve el gusto, la satisfacción de haber
incorporado al gusto del público, que lo aceptó, el repertorio de Julio De
Caro. Cuando nosotros empezamos, en el 39, no sé debido a qué causas, pero el
repertório musicalmente más progresista, el de toda la corriente decariana, no
tenía la popularidad, la vigencia que se merecía y necesitaba. Y era un
repertorio muy grande, muy rico, un legado impresionante para el tango. Para mí
fue muy importante rescatar ese repertorio.
"me compenetraba de la letra"
En aquella época, en que yo tenía todo sobre mis hombros, al
elegir un tango cantado, me compenetraba de la letra para hacer el arreglo, de
lo que esa letra quería, del estado de ánimo que reflejaba. Trataba un poco de
hacer la unidad entre la poesía y la música. El intérprete debe tratar de dar
lo que una letra encierra. Claro, cada uno lo hace a su manera y según la forma
en que está preparado. Yo orquesto un tango de acuerdo a lo que siento, de
acuerdo a lo que me Impresiona una letra.
Lo que tenía de bueno nuestra orquesta era que lo que yo escribía
en la orquestación, tenía una gran fuerza, una gran riqueza en la
interpretación. Voy a poner un ejemplo: Camerano, uno de los violines. Hoy día
no hay un violín tanguero como él. Muerto Vardaro, que era un violín, ,eh?, no
sé, habrá quedado alguno (Díaz, el que estaba con Troilo), pero fuera de eso,
no hay ninguno como Camerano. Entonces, qué pasaba? Una, dos notas
interpretadas por un hombre como él, y eso daba mucho relieve.
"hay una falta de contenido popular..."
El sentimentalismo fue una forma de rescate de la sensibilidad de
la masa popular. Pero, claro, ha habido muchas letras que han enterrado esa
moral, ese rescate del sentimiento en la masa popular, a través del tango. No
me acuerdo de ninguna letra en particular, pero es fácil darse cuenta a qué
tipo de tango me refiero.
Claro, también, como dije antes, ha habido un gran cambio en la
sensibilidad popular. Y no es nada difícil observarlo. La gente ya no tiene más
lugares de baile, la radio. Ahora tiene la televisión, donde han inventado una
fantasía de espectáculos que a veces son muy buenos y otras, una chafalonía. El
tango, sin ir más lejos, en estos nuevos medios, ha entrado por el lado de la
exquisitez. Uno se pone a ver uno de esos espectáculos y donde actúa una
orquesta típica y de pronto sale un violín que se despacha con cuarenta,
cincuenta compases, haciendo filigranas, yendo para arriba y para abajo,
haciendo muchas cosas de carácter técnico, pero que si se las entra a analizar,
bueno, de ahí a lo que era el tango, hay una falta de contenido popular
extraordinario.
Y esto es una consecuencia de la muerte de las viejas fuentes de
trabajo, donde se exigía otra cosa. Hoy el espectáculo se encarrila por otras
vías. Y en esto no debe olvidarse el papel fundamental que juega la publicidad, es
decir, el crear personalidades de la noche a la mañana.
Si miramos un poco para atrás, ¿cuántos han muerto sin ninguna
significación? Parecen tumbas dormidas, tristes, olvidadas. Todavía recordamos
a Arolas, a Villoldo con El choclo, ¿pero quién se acuerda de los ídolos de la
Nueva Ola?
"la verdad"
Antes, en la relación directa con la gente estaba la verdad. No
había intermediaciones de ninguna especie. Uno iba, escribía un tango, se lo
metía aquí, en el bolsillo de adentro del saco, después cachaba el tranvía y lo
tocaba con el trío, con el cuarteto. Si era o no un éxito, lo decidía la gente.
Así fue que traspasamos fronteras, ¿pero hoy?
"grandes cosas, sí, pero con
poco"
Hoy el instrumentista ha tomado otra fisonomía dentro de las
orquestas típicas. La ausencia de fuentes de trabajo ha traído como
consecuencia que, por ejemplo, las cuerdas se refugiaran en las sinfónicas.
Lógicamente, eso determina que se vaya adquiriendo otra personalidad, otras
modalidades.
Del mismo modo, el tango, al perder las viejas fuentes,
caracterizadas por bailes, cabarets, boites, confiterías bailables, ha ido
tomando giros orquestales de tipo sinfónico, con la adopción de técnicas mucho
más adelantadas de las que nosotros teníamos.
Voy a dar un ejemplo que yo tengo como norma. Carlos Di Sarli fue
un tanguero que, sin ninguna clase de conocimiento técnico, comparándolo con
los de ahora, hizo un estilo dentro del tango. ¡Y nada más que con pura melodía
y ritmo!
Esto es magistral. Porque no es importante hacer una cosa con
muchas cosas, sino hacer una grande con pocas. Como Di Sarli, un continuador de
Fresedo, que hizo un tango que debe ser tenido en cuenta. Yo siempre lo tengo
en cuenta. La suya es una manifestación tanguera donde no se puede poner en
duda absolutamente nada.
De acuerdo: no hizo un repertorio muy adelantado. El se redujo a
los tangos de la época de Canaro, todas esas cosas. No importa. Porque él lo
hizo tan grande, tan bien, que es extraordinario. ¿Cómo? Con la interpretación.
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