Edgardo
Felipe Valerio Donato, nativo del barrio de Monserrat y criado en Montevideo,
fue de chico violinista en la orquesta de su padre. Luego formaría la propia,
con el uruguayo Roberto Zerrillo y, cuando éste viajó a Europa en 1931, acompañando
a Azucena Maizani, se encargó de su dirección. Sus tangos más memorables son A
media luz, Julián, Muchacho, T.B.C., Se va la vida y, naturalmente, su notable El
huracán.
En
la década del '70 la música popular
argentina fue llevada al teatro Colón, en una velada organizada por SADAIC. Se
hizo entonces bastante ruido. Unos lo hicieron porque les parecía una gran
conquista que la música popular de Buenos Aires y del interior llegara por
primera vez -así lo creían- a un teatro tan prestigioso y exclusivo. Otros, en
cambio, supusieron que ésa era una profanación capaz de estremecer las tumbas
de Verdi o de Toscanini; que cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, y
que llevar a Rivero al Colón era más o menos lo mismo que llevar a Maria Callas
al Viejo Almacén...
Como
siempre, la verdad estaba en el medio. Seguramente no habría estado mal que
María Callas cantara, alguna vez, en un lugar de tangos para contribuir a
evitar que alguna gente frecuentadora de esos lugares supusiera que el arte se
agota en el tango. (Por otra parte, ya se sabe, gloriosas figuras del ballet
internacional no han tenido a menos exhibir sus pas de deux y sus pas de quatre
en el Luna Park). Y no estuvo mal que el tango y la baguala asomaran sus
narices al Colón, aunque más no fuera para recordar que toda expresión cultural
tiene su origen en el pueblo, y que ni el Colón tendría su cúpula pintada por
Soldi sin los ladrillos de sus cimientos, ni allí se escucharían sinfonías si
alguien, hace ya unos cuantos siglos, no hubiera comenzado soplando una caña
para obtener sonidos. La cultura popular admite dos vertientes: por una de
ellas, las grandes expresiones de la cultura universal llegan al pueblo; por la
otra, los productos culturales del pueblo se refinan y enaltecen hasta
convertirlos en grandes expresiones de la cultura universal. Para lo cual puede
ser útil acercarlos a ellas, llevándolos al teatro Colón, de vez en cuando.
Todo
esto viene a cuento de un tango que se estrenó en el teatro Colón, en el año
1932. Ese año las Damas de Beneficencia organizaron allí, en el mismísimo
Colón, la Fiesta
del Tango, que fue en realidad un concurso. El primer premio se lo llevó Ventarrón.
El segundo lo obtuvo El huracán, con música de Edgardo y Osvaldo Donato y letra
de Nolo López. El huracán, ya se sabe, es un tango descriptivo. Los Donato se
propusieron imitar, con los instrumentos de su típica, el desarrollo de una tormenta;
proeza intentada ya, como nadie ignora, por un señor natural de Bonn, llamado
Ludwig van Beethoven en el cuarto movimiento de La Pastoral. Don
Roberto Firpo se había inspirado en la misma sinfonía para componer su tango El
amanecer, en el que se oye gorjear a los pajaritos encerrados en las cajas de
los violines. Pero la tormenta de los hermanos Donato, a diferencia de la de
Beethoven, debía ser una tormenta que pudiera bailarse. Y la verdad es que
consiguió hacerla muy bailable, sobre todo cuando Juan D' Arienzo tomó al huracán
y lo sujetó al ritmo de su orquesta, que es el ritmo de un huracán controlado.
Además
de Edgardo Donato, aquel que fuera violinista de su padre en los comienzos y
luego pasara a ser autor de temas populares como A media luz, Julián y T.B.C.,
escribió la música su hermano Osvaldo, cuya repercusión fue menor que la de Edgardo.
Pianista del conjunto Donato-Zerrillo, fue además autor de varios temas, entre
los que se destaca De punta a punta.
La
letra de El huracán fue escrita por Nolo López, o Manuel López, un ex actor de
no olvidada actuación junto a Pablo Podestá, junto a Enrique Muiño y a Elías
Alippi, y veterano poeta popular. La primera letra de Nolo López data de 1914 y
es la que escribió para el tango Náufragos, de Enrique Saborido, tío de su
mujer. Cuando le tocó poner letra a El huracán, reincidió en el viejo tema del
amor traicionado que, con diversas variaciones, ha venido repitiéndose durante
más de cuarenta años. La letra de Nolo López ha sido, sin embargo, menos
perdurable que la música de los Donato. El huracán
fue el número fuerte de los famosos espectáculos del teatro San Martín que se
transmitían por la radio La Voz
del Aire, en la versión de Donato y el boxeador y chansonnier Félix Gutiérrez.
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